y oposición. Hubo circunstancias en las cuales Pablo no sabía qué hacer. Estaba atribulado y en apuros. Pero nunca llegó a la depresión. En todo tiempo Dios le ayudó a Pablo a atravesar cada dificultad sin desesperarse. Tuvo atrasos, pero Pablo no permitió que estos atrasos impidieran su claro llamado a seguir adelante. No se desesperó, ni renunció al trabajo que Dios le había dado. Se sentía mal, pero no deprimido. La persona en depresión no sólo se siente mal, sino que también renuncia a sus obligaciones.
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